sábado, 14 de julio de 2012

El Asesino.

Alguna vez deberé juntar fuerzas para actuar en su contra.
Cada vez es mas apremiante esta necesidad de hacer algo, aunque entienda que es imposible, que soy una simple hoja y que él es el viento.
Termino mi café. En el televisor prosigue el noticiero con la lista completa (ya son ocho) de las victimas destrozadas por el misterioso asesino que tiene aterrada a toda la ciudad, hablan de él, de su mente enferma, de sus posibles motivos. No saben en realidad nada y están cada vez mas lejos de encontrarlo, por ello, tarde o temprano, yo deberé actuar en su contra para detenerlo.. y que pague.
Salgo a la calle dejando el oscuro mundo de mi casa, camino sin rumbo por la veredas. No conozco las calles, el pobre resplandor de las luces de neón, rojo, azul, no alcanza para hendir sus negras sombras y mostrármelo  Levanto la vista al cielo, no hay luna, seguro que él aparecerá esta noche..
Busco instintivamente en el bolsillo interior de mi abrigo reversible, para constatar que he traido mi navaja; en estas noches debo estar armado.
Camino sin rumbo fijo recorriendo algunas cuadras por las calles desiertas y me interno en un pasaje particularmente oscuro. Espero. Se que el va a presentarse. Luego de unos minutos se dejar oir los ritmicos sonidos de pisadas acercándose.
Está a punto de aparecer nuevamente, todo invita a su presencia.
Los pasos se escuchan ya casi sobre mi y él llega con su fuerza arrolladora, como siempre: se apodera primero de mi mente, hasta que siento una irresistible sed de emoción, luego me maneja a su antojo. Toma posesión de mi. Me siento completamente él cuando la mujer que venia acercándose detrás de mi me descubre. Saco mi navaja al tiempo que salto sobre ella. Mi mano maneja el arma a la perfección, se, naturalmente, el modo mas rápido de darle muerte. Con un preciso y limpio movimiento cerceno si garganta ahogando el incipiente grito con sangre.
Todo ocurre en un instante, una enorme ola de placer recorre todo mi cuerpo luego de que la mujer cae al húmedo asfalto.
Me detengo unos segundos observando mi obra, absorbiendo a través de mi piel hipersensible la vida que que liberé de ese cuerpo. Cierro los ojos y espero que él se vaya, que abandone mis manos y mi cabeza. Luego me saco el abrigo y lo doy vuelta para ocultar las tibias manchas rojas, y así evitar que me vinculen con éste, su nuevo crimen.
Camino con rapidez contenida. con un par de largas zancadas alcanzo el colectivo a punto de partir; la puerta se cierra detrás mio y me doy vuelta para observar la calle que se aleja. En mi casa sigue encendido el televisor al que nadie presta atención. Mañana el noticiero deberá agregar un nombre mas a la lista y la policía seguirá intentando encontrarlo a él, sin saber que es imposible encontrar a alguien que no existe.
La única persona que podría hacer algo al respecto soy yo,
Alguna vez deberé juntar fuerzas para actuar en su contra.